Es habitual en la adolescencia, pero para un pequeño grupo de adultos sigue siendo un problema. Aquí algunos mitos y verdades.
El acné es una enfermedad multifactorial cuya incidencia se produce durante la adolescencia -afecta al 85% de los jóvenes de entre los 12 y 25 años-, convirtiéndose en un hecho fisiológico propio de este grupo etario. Sin embargo, son principalmente las mujeres quienes siguen sufriendo de este trastorno después de los 25 años, con una tasa del 12%, mientras sólo un 3% de los hombres continúan teniendo acné hasta la adultez. Dentro de los factores que más influyen en su aparición están el estrés y las alteraciones hormonales, junto con el uso de cosméticos aceitosos, que obstruyen los poros, señala William Romero, dermatólogo de la Clínica Dermovein.
Sus causas en la adultez son variadas. En parte, puede ser de origen fisiológico (algunos lo desarrollan hasta la edad adulta), pero también hay personas que lo desarrollan debido a alguna alteración hormonal o por el uso de cremas comedogénicas, o como efecto secundario al uso de corticoides o de otros medicamentos. La doctora Marcela Concha, profesora asistente de dermatología, aclara, además, que sí influye en su aparición algunos derivados de la vitamina B.
"Se han reportado brotes súbitos de acné por el consumo excesivo de vitaminas B1, B6 y B12, que mejoran al suspender la ingesta de estos productos", aclara el doctor William Romero.
Se debe estudiar en forma dirigida a aquellas mujeres que desarrollen el acné en forma tardía (después de los 25 años) o a aquellas que presenten un acné demasiado agresivo o refractario a tratamientos. "La mayoría de los acné tardíos son leves o moderados y el tratamiento es similar al de los adolescentes", advierte el doctor William Romero. Dependiendo de la gravedad, se puede tratar en forma tópica mediante jabones y cremas, o en forma oral con antibióticos o retinoides.
Existen, además, algunos productos que son especiales para pieles más maduras y algunos medicamentos que son más seguros en la adultez. Sin embargo, los expertos aclaran que efectivamente puede dejar cicatrices y manchas en la piel, por lo que se deben investigar las causas como el estrés o las alteraciones hormonales, dado que si éstas están presentes, los tratamientos convencionales pueden ser insuficientes para controlarlo. "Siempre se debe consultar a un dermatólogo para un diagnóstico correcto, para descartar un posible origen hormonal y para definir el tratamiento según la causa y el grado de acné", dice Soledad Aspillaga, dermatóloga, quien aclara que, generalmente, este "acné tardío" no deja más cicatrices que el acné del adolescente.
En cuanto a los avances tecnológicos, existen procedimientos dermatológicos como el láser que permiten desinflamar las lesiones, mejorar la textura de la piel, disminuir la grasitud y atenuar las manchas. "Si se descubren alteraciones hormonales el apoyo con un endocrinólogo o ginecólogo es de gran ayuda y si el estrés es el principal desencadenante, algunas terapias alternativas como el yoga o la asesoría de un terapeuta pueden resultar provechosas", agrega el doctor William Romero.